La deuda que no pago

El hombre más hiperquinético que conozco le acaban de editar en México uno de sus más recientes libros. Ellos cuentan sobre él, un especial homenaje del escritor Andrés Castillo Bernal al Ché Guevara. Una compilación de historias sobre el legendario guerrillero. Este libro lo presentará el viernes 18 de febrero, a las 11 de la mañana, en la sala Nuestra América, en la Fortaleza San Carlos de la Cabaña, en La Habana, sede principal de la Feria Internacional del Libro Cuba 2011.

Ahí estará puntual Castillo Bernal, mi amigo y coterráneo a quien le debo una entrevista hace años, para hablarles del Ché Guevara, además de sus tantos proyectos. Lo verán llegar con su inconfundible sombrero de alas anchas y bastón. Igual los contaminará con esas infinitas energías creativas que posee y se les desbordan por cada poro.  Prepárense para escuchar hablar a un hombre con todo el cuerpo. Porque él es de los que se comunican con manos, ojos, cuerpo, y alma sobre todo. Tiene voz de mando militar y la usa a todo pulmón.

Castillo tuvo la deferencia de incluir en esas páginas la entrevista que yo le hiciera a Leonardo Tamayo Núñez, el Urbano de la guerrilla boliviana, hace unos años en mis tiempos de corresponsal del periódico Juventud Rebelde en Sancti Spíritus.  Leonardo Tamayo Núñez, es uno de los tres sobrevivientes de aquella gesta, y, aunque él no lo afirma, es considerado uno de los hombres más guapos de Cuba, y más humilde también. Estuvo junto al Ché durante diez años y seis meses. De abril del ’57 a octubre del ’67. Es uno de los pocos en este mundo en verlo vivo poco antes de ser asesinado en La Higuera, Bolivia.

Realmente mi amigo escritor es un generador atómico de ideas. Nunca cesa. Siempre tiene entre manos algo en lo que empeña hasta los huesos. Ahora también escribe sobre el poeta y pintor Fayad Jamís, otro grande de la cultura cubana, y nacido en las tierras isleñas del Cabaiguán espirituano.

A Castillo le debo hace mucho una entrevista. Pero él no sabe que no suelo entrevistar a mis amigos. Con ellos prefiero conversar y escribirles en el momento en que mis caprichosas musas me  susurran al oído. En ese instante cuento sobre ellos con el alma, más que con el oficio. Sinceramente este amigo mío es muy insistente, y yo, como siempre asumo a las personas tal y como son, solo hago reírme y no hacerle mucho caso.

Sé que nació en mi tierra natal espirituana. Esa ciudad es imprescindible para él, al igual que Ciudad México y La Habana. Su vida transcurre entre esas tres urbes desde hace años. Mejor dicho, entre una megaciudad y dos aldeas. Claro, La Habana menos.

Castillo prefiere los temas históricos, y por varios años ejerció el periodismo en Juventud Rebelde y en la Academia de Ciencias de Cuba. Vive para su hija y sus cuatro nietas. Las pequeñas son tan creativas como su abuelo, un hombre de mucha pasión sobre todo. También es amigos de sus amigos y excesivamente sensible cuando pierde a alguno de ellos. Llora aún al amigo Pestana fallecido, y lamenta los desacuerdos con otro muy querido.  Suele conversar hasta por los codos. No da respiro. Cuando quiere algo, lo consigue con su trabajo y constancia. Es alegre, escandaloso, e incansable.

Varias veces Castillo me ha confesado que es capaz de enamorarse como un perro. Y no lo dudo, pero es un irremediable solitario. Es de esos hombres indetenibles cuando de creación se trata, y de conquistar mujeres difíciles también. Tembas sobre todo. Ha escrito sobre muchos temas de nuestra historia más reciente. Tiene un estilo muy particular para hablarnos de batallas y  seres humanos. Ha contado sobre el Ché, Fidel y sobre la guerra en la Sierra Maestra.

A  mi amigo escritor cualquier esquina le sirve para hacer una tertulia. Le envidio esas energías, esas ganas de hacer. Siempre lo imagino como una especie de gûije viejo. Encanecido, pero igual de inquieto y ocurrente. Quizás es por esa manera de ser suya y tener una personalidad en sombrero y con bastón. El tiene su magia. No lo duden.

Sé que estas letras no son suficientes para contarles de su obra, pero son las que ahora me susurran las musas. No escribo aquí como la periodista que él quisiera que lo promoviera por el circuito de Prensa Latina y de todos los medios nacionales. Le escribo como una vieja amiga, como su coterránea que lo ha visto ir y venir mil veces por las calles de esta Habana y de mi querida ciudad espirituana. Le escribo de memoria, de escucharle gritar en la calle: “Oyeeeee!!!!, me debes una entrevista”.

Aquí tengo su libro más reciente, precisamente el que presentará este viernes en la Feria Internacional del Libro: Ellos cuentan sobre él. Me lo dio hace unos días en el parque del Quijote en la calle 23. Ahí me lo encontré después de varios meses sin verlo. Acaba de llegar de México. De inmediato me contó el éxito de su texto, al igual que su proyecto sobre Fayad Jamís. Lo hojeo y espero que pueda editarlo otras veces más. «Allá se vende como agua», me dijo. Leo el libro y me imagino a Castillo hablando este viernes sobre el Ché Guevara, pero aún no escribo la entrevista que le debo.

Katia Monteagudo

Comments
7 Responses to “La deuda que no pago”
  1. Culto a la personalidad es una cosa y memoria historica es otra. Ignorar a los martires y a los héroes, es una prueba de mediocridad e ignorancia. Antes de hablar, al parecer con tanta certeza, muestra cierta ingenuidad. Leer es crecer…leen uds..saen de kien es esta frase…

  2. todo bien… pero en algún momento dejarán de llamarle «Ché» y se lo pondrán sin acento??? es CHE!! en Argentina no lleva tilde

    • destinocuba dice:

      Diego, tu sabes que es lo mejor del blog, que uno lo hace a su imagen y semejanza. Y yo aprendí a escribir Ché, como el mismo firmó los pesos cubanos cuando fue Presidente del Banco Central de Cuba. Y aquí uno escribe más con el corazón que con las reglas de la ortografía, que últimamente andan tan locas que parece que nuestro rico Español andará medio anarquico. Me alegra saber que es CHE en Argentina, pero aquí en Cuba mi generación aprendió a decirle Ché. Yo sé que el mundo cambia, pero este es mi Ché, el que me he creado, y me gusta ponerle ese acento. Gracias de todas formas, y un abrazo para ti. Katia

    • mau dice:

      De acuerdo con Diego, no lleva tilde, pero si te acordas de pepitito marrone, te aseguro que le pones tilde : chééééééé !!!
      Completamente de acuerdo contigo Katia, este de quien hablas es tu ché, el que te has creado, lo que no significa que se aproxime (o si) al real Ernesto Guevara. Creo que el che real tenía varios defectos, como todo ser humano, que Uds. no pueden (o no quieren) ver.
      Saludos

      • destinocuba dice:

        Yo asumo al Ché como un hombre más de este mundo. Como un ser humano igual que cualquiera. No lo creo ni santo ni super héroe. Nací el 8 de octubre del 65, y dos años después, ese mismo día, fue asesinado en La Higuera. El día de mi cumpleaños, de pronto se convirtió en un día de duelo nacional. Cada vez que digo mi fecha de nacimiento, todos me dicen: «Ah!, el día que mataron al Ché!». Imagínate lo que eso pudo significar en una niña. Ya con el tiempo hasta yo misma he dicho: «Sí, nací el día que mataron al Ché. Como vez, mi querido Mau, hablar de un hombre como el Ché Guevara no es cosa de decir si fue bueno a malo, o si tuvo defectos o virtudes, o si lo creemos el hombre perfecto o hasta un mismísimo Dios. Tengo mi propio Ché, como tengo mi propia Cuba, mi propia Revolución, mi propia vida. Abrazos. katia

      • mau dice:

        Katia, juro que no sabía que día murió el Che, como no conozco el día que nació.. o el día que nacío mi presidenta o Fidel. Creo que el culto a la personalidad no es bueno, no le hace bien a la sociedad. Aunque reconozco que es necesario para eso que llamamos «patriotismo». Así todo, me recordaré del 8 de octubre, y no precisamente por el Che. Un cariñoso abrazo.

      • destinocuba dice:

        Mau, no me tienes que jurar nada. No te estoy haciendo un examen de historia. Gracias por no olvidar mi cumpleaños. El culto a la personalidad es lo peor para el patriotismo. Se quiere, respeta y defiende a un pueblo, a una nación, a una cultura, a una idiosincracia. Patriotismo es tu familia, tu barrio, tu ciudad, tu provinica, tu país. Patriotismo es la poesía, la música, la literatura, la imagen, el oleo. También es la manera de decir «oye chico», bailar, vestir, caminar, cocinar. Patriotismo son gente, personas, seres humanos. Patriotismo Mau son tantas cosas, que dudo que pueda caber en una sola persona. Al menos, esta patriota cubana que te escribe, lo ve así. Otro abrazo Katia

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